viernes, 8 de mayo de 2009

La epidemia que llegó para quedarse

RAFAEL VARGAS
Para el científico mexicano Antonio Lazcano, la población del país tiene que hacerse a la idea de que la nueva epidemia “llegó para quedarse y tendremos que aprender a vivir con ella”. En entrevista con Proceso, este connotado especialista en evolución de la vida dice que tal aprendizaje significará un cambio de conductas individuales y colectivas, el desarrollo de vacunas y, de manera muy destacada, “dar la misma oportunidad a todos los sectores de la sociedad a que tengan acceso al diagnóstico rápido, al tratamiento médico”. Cuando al doctor en ciencias Antonio Lazcano –especialista en evolución de la vida y uno de los mexicanos más distinguidos en la comunidad científica internacional– se le pregunta de qué manera llegó a México el virus de la influenza A (H1N1), y si en ello tiene que ver la importación de cerdos, responde:
“No. Esto tiene que ver con el hecho de que las fronteras que separan a las especies biológicas son más transparentes de lo que pensamos”.
Explica: “Se suele creer que lo que separa a una especie biológica de otra es tan estricto como el muro que separa a Estados Unidos de México. Pero los virus no necesitan de visas, son los inmigrantes ilegales por excelencia”.
Y pone un ejemplo: el ancestro de la bacteria que causa la tuberculosis vivía en el suelo, del suelo brincó a las vacas, a los rumiantes. Y cuando los humanos domesticamos rumiantes, brincó a nosotros.
“Hoy se sabe muy bien que hay receptores en las células del pulmón del tracto respiratorio de los cerdos en los que pueden fijarse los virus de las aves y de los mamíferos. De manera que era inevitable que surgiera un virus como éste. Es algo que ya se venía diciendo desde hace tiempo.
“En este caso los virus de los patos afectaron a los guajolotes, que son especialmente sensibles, y los guajolotes lo transmitieron a los cerdos. Esta es parte de la historia, porque parece que ha habido otros intercambios. Nosotros mismos hemos transmitido, como especie, virus a los cerdos y a otros animales. Y claro, en Estados Unidos, en México y en muchos lados es común que cerdos, guajolotes y otros animales se críen juntos”.
–Muchas personas se encuentran sorprendidas y desconcertadas, e incluso hay quien supone que esta influenza es parte de una conspiración. ¿Qué claridad se le puede brindar a la gente en este momento con respecto a la epidemia?
–La memoria colectiva es muy corta y se olvida que hasta hace muy pocas generaciones la gente solía fallecer en grandes cantidades, víctima de las epidemias. El número de personas que murió a causa de la epidemia de tifo durante la Revolución probablemente contribuyó al famoso millón de muertos que ésta costó, y no conocemos la reacción de los mexicanos ante la epidemia de influenza de 1918, pero no dudaría de que, aun cuando la epidemia no tocó a México tan fuerte como a otros países, también haya contribuido a esa cifra.
“Hace 20 años el mundo atestiguó con incredulidad la aparición de la epidemia de sida, que al principio se desdeñó como algo que afectaba a una minoría. Veinte años después se han modificado conductas, existen acciones de solidaridad, se habla en forma mucho más abierta de otros estilos de vida. Hoy que esta epidemia nos golpea, despierta temores propios de un universo fuera de balance. A eso hay que agregar que se vive en una ciudad en la que cualquier problema se magnifica en la medida en que hay más de veinte millones de habitantes. Pero tales temores, o la idea de que atrás de la epidemia hay una conspiración o una manipulación de los grandes monopolios o un intento de utilización por parte de una organización política, debería dejar paso a la conciencia colectiva de que estamos enfrentando una situación de emergencia en la cual es indispensable apoyar lo que la racionalidad médica exige en este momento”.
–El tifo costó muchas vidas pero pasó; el sida es una epidemia con la cual vamos a convivir durante largo tiempo, pero en este momento no sabemos si esta influenza va a perdurar o si se trata de una falta de equilibrio pasajera. No es posible preverlo...
–Bueno, hay algo que sí podemos prever, y lo que la evolución biológica nos dice es que una vez que aparece un nuevo tipo de virus no va a desaparecer. Sólo existen dos casos de virus que se han extinguido por acción humana. Uno de ellos es el de la viruela, y otro un virus que afecta a cierto tipo de rumiantes y que se acabó mediante el esfuerzo colectivo de virólogos, veterinarios, biólogos moleculares, etc. Pero los virus son persistentes. Hay que hacernos a la idea de que esta nueva epidemia llegó para quedarse y tendremos que aprender a vivir con ella, lo que significará un cambio de conductas individuales y colectivas, el desarrollo de vacunas, dar la misma oportunidad a todos los sectores de la sociedad a que tengan acceso al diagnóstico rápido, al tratamiento médico. Éste es un patógeno que va a quedarse con nosotros.
–Los virus no desaparecen pero se pueden controlar, o por lo menos creemos que se pueden controlar.
–Sí, yo en ese sentido soy muy optimista.
–¿Qué expectativas hay de que esto pueda controlarse en un corto o mediano plazo? ¿Qué perspectivas hay de que la gente recupere su vida normal?
–Lo más importante es que ya se tiene la conciencia de que hay una manera de evitar el contagio. Sabemos exactamente cómo se transmite el virus, al igual que sabemos cómo se transmite el virus del sida. Esa es una herramienta poderosísima que tenemos en nuestras manos –sobre todo si están limpias. Sabemos también que hay antivirales que atacan y acaban con la infección. Sabemos que se trata de un virus cuyo material genético tiene RNA, que es un ácido nucleico más antiguo que el DNA y cuya tasa de mutaciones es en promedio un millón de veces mayor que la del DNA. No es remota la aparición de resistencias. De hecho, la teoría de la evolución molecular predice que aparecerán formas resistentes. Pero habrá que tener una vigilancia constante por una parte, y por otra, modificar una conducta que desde hace mucho tiempo los médicos han dicho que es terrible en México: la automedicación.
“Hoy contamos con herramientas que no existían hace unas cuantas décadas. Aunque curiosamente el genoma completo del virus mexicano aún no está disponible en la red (sabemos que el virus de la cepa que está causando la epidemia en México está secuenciado pero no está en la red a pesar de que en ella se encuentran ya las cepas de Estados Unidos –de Texas, de California, de Ohio– y las cepas coreanas y las alemanas), ya se puede decir que el conocimiento completo del genoma del virus es una herramienta poderosísima, porque se puede empezar a distinguir una serie de características del genoma y a partir de ellas diseñar terapias y vacunas. Y ahora tienes formas de producción de vacunas que son mucho más rápidas. Hay una serie de avances tecnológicos que son espectaculares y que nadie habría imaginado hace tiempo. Y por último está ese fenómeno extraño que deja perplejos a los médicos (y mucho más a quienes como yo no lo somos), y es que la mortandad en México es mayor, y no se observa en Estados Unidos y Europa. Investigar este fenómeno nos va a dar una serie de herramientas para contender con la epidemia”.
Nota completa en:
http://proceso.com.mx/noticias_articulo.php?articulo=68545

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